El otoño se resguardó en mi corazón,
Con matices dorados y broncíneos.
Negaba la entrado al invierno.
Sabiamente entendía que mis fuerzas caerían
marchitas,
como las hojas de los árboles.
Para quedar tapadas con nieve de desesperanza,
fría, estéril, cual manto de ternura puesto como
capa caída,
en un intento de proteger al alma del frío tacto
de tus rechazos.
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