Llovía, como cada mañana desde
hacía una semana, suave pero constantemente, llovía. Llovía sobre el asfalto,
sobre la hierba, sobre la ciudad...Sobre ella. Llovía sobre su cabello, negro y
largo; sobre su rostro pálido como la luna; sobre sus manos, finas y ajadas de
tanto trabajar; sobre sus zapatos, viejos y desgastados tras tan largo caminar.
Llovía, como cada mañana desde
hacía una semana, fina pero persistentemente, llovía. Pero ella no lo notaba.
Brillaba el
sol en lo alto del firmamento. Brillaba el sol sobre los coches, sobre las
fuentes, sobre los parques...Sobre él. Brillaba el sol sobre sus rizos dorados,
despeinados y algo descuidados últimamente; sobre sus ojos verdes y lacrimosos
recientemente; sobre su cuerpo musculado y bien formado debido a las horas de
gimnasio; sobre sus zapatos elegantes y nuevos, por tan poco andar.
Llovía y
brillaba el sol. Una vida hecha dos. Dos cuerpos y un alma. Un alma y dos
espectros. Dos espectros que deambulaban por el mundo, más allá del bien y del
mal, más allá de la alegría y la pena, más allá de la lluvia y el sol.
Eran sólo piezas de cristales
rotos.
Ella lo sabía. Su bonita bola de
cristal había estallado y los millones de cristalitos se dispersaron en la
inmensidad del universo. La detonación, una discusión más; el catalizador, la
ira acumulada; el agente, ella. Ella,
con ese portazo que dejó tras de sí. Se fue. Rompió la burbuja, su mundo
particular, y dijo adiós sin mirar atrás.
De nuevo eran dos. Dos almas, dos
cuerpos, dos vidas...Dos extraños. Dos ciudades, dos continentes y un océano
entre ellos, como el que surgió entre sus almas. Dos mundos opuestos, como
siempre lo habían sido y, sin embargo, dos espectros iguales. Ajenos a todo,
excepto al dolor.
Llovía y brillaba el sol. Caminaban
y la gente pasaba. La muchedumbre era densa pero mayor era la densidad de la
ausencia. No veían, no escuchaban, no sentían el mundo exterior. Sólo eran
fracciones de lo que un día fueron, fragmentos de su burbuja de cristal, piezas
rotas tratando de encajar. Sólo eran dos cristales rotos.
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