jueves, 20 de diciembre de 2012

Capítulo II: Vacío (ELENA)


No pude evitar imitarla, una vez que Gloria se había marchado, el silencio se había vuelto insoportable. Me asomé a la ventana y vi como se marchaba en su coche, pero ¿adónde va?

Me quedé ahí parada, tenía muchas cosas en mente y nada que pudiese anestesiar la sensación de ansiedad... -¡Ahí está!- dije alzando la voz más de lo necesario.- Ya lo identifiqué. Ya se cómo me siento; ansiosa. No, curiosa, no, ansiosa por la curiosidad que me embarga.  Ahí estaba, esa era la buena.

Rápidamente me dirigí a la mesa y volví a coger la carta para leerla nuevamente:

Querida señorita Elena Heredia de Rojas (sí, lo sé, nombre y apellidos de telenovela total, como el giro que acababa de dar mi vida)… en fin, prosigo…

Siento comunicarle que su padre, Bruno Herlaconi Gabba, falleció a fecha del 13 de Agosto del 2012 debido a un fallo en su sistema cardíaco. Antes de empeorar su estado, escribió un testamento, el cual soy encargado de notificar a todos los beneficiarios, y siendo uno de ellos usted, señorita Elena, le ruego se comunique conmigo para llevar acabo el reparto de la herencia y los trámites necesarios para hacerla efectiva ante la ley.

Aquí le dejo mi dirección y número de teléfono. Nuevamente, le ruego responda a esta notificación.

Muy atentamente Antoine Baccelieri

En el sobre se encontraba una tarjeta color hueso, de aspecto fino y caro,  en la que  rezaba la dirección y otros datos de un bufete de abogados llamado Baccelieri & Co.

La tiré sobre la mesa, seguía sin poder moverme del sofá.  Me quedé mucho tiempo ahí sentada, petrificada.

El impacto de esta carta radica en que mi padre ha muerto dos veces. Una, según la versión que me contaba mi madre desde pequeñita y, dos, esta vez, según la versión del abogado Antoine Baccelieri.

Ahora empiezo a inquietarme, me desbordan las dudas ¿cómo sabía dónde trabajo? ¿Acaso mi padre nunca dejó de estar en contacto con mi madre? No tengo más familiares, no tengo a quien preguntar. Mi familia es una sucesión de hijos únicos que termina en mí. Pero lo que es más importante ¿Estoy preparada para hablar con el señor Baccelieri y conocer más de mi pasado?  ¡No lo pienso más! tengo la sensación de que me va a estallar la cabeza si continúo con este monólogo interno.

Salté fuera de mis pensamientos y me abalancé sobre el bolso en busca del móvil.

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