No
pude evitar imitarla, una vez que Gloria se había marchado, el silencio se
había vuelto insoportable. Me asomé a la ventana y vi como se marchaba en su
coche, pero ¿adónde va?
Me
quedé ahí parada, tenía muchas cosas en mente y nada que pudiese anestesiar la
sensación de ansiedad... -¡Ahí está!- dije alzando la voz más de lo necesario.-
Ya lo identifiqué. Ya se cómo me siento; ansiosa. No, curiosa, no, ansiosa por
la curiosidad que me embarga. Ahí
estaba, esa era la buena.
Rápidamente
me dirigí a la mesa y volví a coger la carta para leerla nuevamente:
Querida
señorita Elena Heredia de Rojas (sí, lo sé, nombre y apellidos de telenovela
total, como el giro que acababa de dar mi vida)… en fin, prosigo…
Siento
comunicarle que su padre, Bruno Herlaconi Gabba, falleció a fecha del 13 de
Agosto del 2012 debido a un fallo en su sistema cardíaco. Antes de empeorar su
estado, escribió un testamento, el cual soy encargado de notificar a todos los beneficiarios,
y siendo uno de ellos usted, señorita Elena, le ruego se comunique conmigo para
llevar acabo el reparto de la herencia y los trámites necesarios para hacerla efectiva
ante la ley.
Aquí
le dejo mi dirección y número de teléfono. Nuevamente, le ruego responda a esta
notificación.
Muy
atentamente Antoine Baccelieri
En el
sobre se encontraba una tarjeta color hueso, de aspecto fino y caro, en la que
rezaba la dirección y otros datos de un bufete de abogados llamado
Baccelieri & Co.
La
tiré sobre la mesa, seguía sin poder moverme del sofá. Me quedé mucho tiempo ahí sentada,
petrificada.
El
impacto de esta carta radica en que mi padre ha muerto dos veces. Una, según la
versión que me contaba mi madre desde pequeñita y, dos, esta vez, según la
versión del abogado Antoine Baccelieri.
Ahora
empiezo a inquietarme, me desbordan las dudas ¿cómo sabía dónde trabajo? ¿Acaso mi padre nunca dejó de estar en contacto con mi madre? No tengo más
familiares, no tengo a quien preguntar. Mi familia es una sucesión de hijos
únicos que termina en mí. Pero lo que es más importante ¿Estoy preparada para
hablar con el señor Baccelieri y conocer más de mi pasado? ¡No lo
pienso más! tengo la sensación de que me va a estallar la cabeza si
continúo con este monólogo interno.
Salté fuera de mis
pensamientos y me abalancé sobre el bolso en busca del móvil.
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