domingo, 3 de marzo de 2013

Conexión V


Cuando abrí mis ojos, tras un letargo que me pareció infinito en su brevedad, no podía sentir nada en absoluto. Mi cuerpo: vacío, perdido. Mi mente: confusa ante el vacío. Mi alma: podría estar perdida al no tener punto de referencia. Al no tener un hogar al que volver.

En esta inmensa soledad que no era capaz de padecer, podía moverme y atravesar la Nada como un fantasma, con la diferencia que este podría ser perceptible para cualquier humano, haciendo sentir ese característico escalofrío aunque el ambiente sea cálido. 

Comprendí que podía escuchar mis ideas, así que podría haber alguna salida o explicación. Podría estar alucinando o simplemente seguir dormido. Pedí una pequeña pista y una gran luz me deslumbró. Volé, si así se podía llamar, hacia el punto de partida de esta luz.

Parecía un túnel “¿la muerte?” Me pregunté. Estaría sumido en el tópico de “¿no vayas hacia la luz?” Resté importancia  a estas cuestiones porque, mientras más avanzaba en ella, más ideas venían a mi espectro.

Tal vez, ¿estaría recuperando mi mente? Continué, los destellos, ligeros a mis costados, parecían las luces de alguna fotografía que captaba vehículos en movimiento. Líneas fugaces. Líneas que se dirigían hacia algún sitio. Líneas que contenían vidas dentro. Pero yo estaba aún por completar. De pronto, algo golpeó mi pecho. Era una fuerza diminuta que sentí como una bola de demolición dentro de mí. Pero no me rompería.


Lejos de asustarme, hinché mi pecho de aire “¿era tal vez este mi cuerpo?” Sí. Lo comprobé cuando unas pequeñas extremidades me tocaban, las podía contraer y estirar. Eran ¿mis dedos? Entonces lo supe con seguridad. Había vuelto. Me retorcí sintiendo, por primera vez, que estaba en un lugar verdaderamente cálido, suave.


Me estiré. Quería ver más. Así que abrí mis ojos. Esta vez los abría de verdad. Comencé a empujar abriéndome paso. En el exterior, ruidos de toda clase y alguna que otra voz familiar parecía estar hablándome. Pujé, empujé, aposté por la vida y la conexión con mi alma se produjo en el momento que unos brazos me recibieron, poniendo mi oreja en el latido de otro corazón.

 Nací. 

1 comentario :